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El problema del exceso de capacidad productiva en China y la necesidad de reforma estructural
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China ha generado preocupación a nivel internacional debido al exceso de capacidad productiva en industrias estratégicas como los vehículos eléctricos, los paneles solares y las baterías de iones de litio. Esto se debe a que el gobierno chino ha otorgado sustanciales subsidios, lo que ha permitido a las empresas chinas exportar a precios bajos a mercados extranjeros, una práctica conocida como dumping.
El problema del exceso de capacidad productiva en China y la necesidad de reforma estructural
De hecho, según un estudio de la Agencia Internacional de Energía (AIE) de 2021, las empresas chinas de energía solar tenían una cuota de mercado superior al 80%, a pesar de que la demanda mundial solo representaba el 36% de su producción. Además, los fabricantes chinos de baterías produjeron 747 GWh de baterías el año pasado, pero solo vendieron 387 GWh en el mercado interno chino.
La intensificación de este problema de exceso de capacidad productiva ha llevado a que la tasa de utilización de las fábricas chinas alcance su nivel más bajo en 16 años. A esto se suma el impacto de la prolongada crisis inmobiliaria y la debilidad del consumo, que han contribuido a la desaceleración económica.
Sin embargo, la raíz del problema se encuentra en los vestigios del antiguo sistema económico planificado, centrado en las empresas estatales. El proteccionismo de los gobiernos locales, el incumplimiento de las instrucciones de reforma del gobierno central y la expansión descontrolada de la producción por parte de las empresas han resultado en una inversión excesiva en instalaciones.
Los expertos advierten que si el gobierno chino no presenta medidas concretas para resolver el problema del exceso de capacidad productiva durante la actual sesión de la Asamblea Popular Nacional, la economía china podría seguir estancada y aumentar el riesgo de mayores conflictos comerciales.
Para ello, China debe emprender la reforma de las empresas estatales y permitir la salida del mercado de las empresas ineficientes. Además, es fundamental frenar los préstamos dudosos de los bancos estatales, recuperar los beneficios de las empresas estatales, restringir las subvenciones de los gobiernos locales y reforzar la normativa medioambiental.
El caso de Japón tras el colapso de la burbuja económica en la década de 1990, que incluyó un proceso de reestructuración empresarial, ofrece una valiosa lección. Si China fracasa en su proceso de reforma estructural, es inevitable que se produzca una desaceleración económica y que se intensifique el proteccionismo comercial de otros países hacia los productos chinos.