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El problema de la sobreproducción en China y la respuesta al cambio en el entorno económico
- Idioma de escritura: Coreano
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- País de referencia: Japón
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- Economía
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Texto resumido por la IA durumis
- La economía china es probable que mantenga una estrategia de crecimiento basada en la intensidad de la producción debido a la falta de "impulso de crecimiento cíclico", y la situación de sobreoferta relativa puede continuar.
- Después de la pandemia de COVID-19, los hábitos de consumo de los chinos han cambiado, lo que ha provocado un aumento de las compras en línea, el consumo de contenido digital y los productos relacionados con la salud y la higiene, y han surgido nuevas tendencias como el consumo experiencial, los productos y servicios personalizados y el consumo sostenible.
- Se espera que la economía china se recupere algo para finales de 2022, pero es esencial reformar la estructura económica para un desarrollo sostenible a largo plazo.
Hay críticas que señalan que la economía china carece de un "impulso de crecimiento cíclico". Si no se encuentra una alternativa, las autoridades chinas se verán obligadas a recurrir a la estrategia de crecimiento basada en la intensificación de la producción, como en el pasado, para estimular la economía. El "impulso de crecimiento cíclico" se refiere a la capacidad de la economía de crecer naturalmente a través del consumo o la inversión, de acuerdo con el ciclo económico.
Recientemente, durante las visitas a Pekín de los líderes de Japón y Alemania, se destacó una advertencia sobre la "política de crecimiento sesgada de China, que obliga a las empresas manufactureras chinas a exportar productos de sobreproducción, lo que ejerce una presión desleal sobre las empresas globales en términos de precios". Sin embargo, al analizar los datos macroeconómicos, es difícil confirmar con certeza la existencia de sobreproducción.
A corto plazo, es probable que persista una situación de "sobreoferta relativa" en China. Para afrontar esta situación, se pueden tomar medidas para restablecer el equilibrio a través de políticas de fomento del consumo, lo que reduciría los riesgos derivados de la sobreoferta relativa. Sin embargo, si se retrasan estas políticas de fomento del consumo, podría surgir un problema aún mayor: la "sobreproducción estructural". A diferencia de la sobreproducción "cíclica", la sobreproducción "estructural" se caracteriza por la prolongación de la tendencia a la baja de la tasa de utilización de los activos industriales. Esto lleva a un aumento de los costes operativos y otros gastos necesarios para mantener la producción, reduciendo la rentabilidad. Aunque las cifras recientes no son alarmantes, se observa una disminución general de la rentabilidad de las industrias chinas, caracterizadas por una baja eficiencia.
Ya se han producido problemas de "sobreproducción estructural" en algunos sectores específicos debido a factores propios. En primer lugar, la disminución de la demanda global de productos chinos durante la pandemia de COVID-19 ha provocado una disminución de la tasa de utilización de las empresas manufactureras del sector. En segundo lugar, la continua corrección del sector inmobiliario ha provocado una acumulación de existencias en todo el sector. En tercer lugar, el apoyo del gobierno a la fabricación de tecnologías avanzadas estratégicas, especialmente la energía solar, ha dado lugar a un aumento excesivo de la capacidad de producción de las empresas del sector.
Algunos optimistas señalan que el mundo depende de China en algunos sectores de productos avanzados como los vehículos de nueva energía, las baterías y los paneles solares. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) predice que la capacidad de fabricación de energía solar a nivel mundial se duplicará este año, y que China representará más del 90% del aumento. Los defensores de las políticas gubernamentales argumentan que China se beneficia de la expansión de la producción y las exportaciones en estos sectores.
Sin embargo, en la actualidad, la falta de evidencia de sobreproducción en los indicadores macroeconómicos hace que sea poco probable que las autoridades chinas modifiquen drásticamente las políticas de fomento industrial actuales. Teniendo en cuenta la experiencia pasada de China, se espera que la presión a la baja de los precios como consecuencia de la expansión de la industria manufacturera china siga ejerciéndose sobre otros países del mundo.
Por otra parte, el comportamiento de consumo de los chinos ha cambiado considerablemente después de la pandemia de COVID-19. En primer lugar, se observa una tendencia a reducir los viajes al extranjero y a aumentar los viajes y el consumo nacionales. Además, las políticas de distanciamiento social han provocado un rápido aumento de las compras online y el consumo de contenidos digitales. La preocupación por la propagación del COVID-19 también ha llevado a un aumento del consumo de productos relacionados con la salud y la higiene, mientras que el gasto en bienes de alta calidad ha aumentado entre la población de altos ingresos.
Paralelamente, en China también están surgiendo nuevas tendencias como el consumo experiencial, los productos y servicios personalizados y el consumo sostenible. Las empresas que no se adapten a estos cambios se enfrentarán a dificultades en el mercado chino tras la pandemia.
Además, la creciente concienciación sobre el agotamiento de los recursos y los problemas medioambientales está llevando a las empresas chinas a aumentar las inversiones en la reutilización de recursos y las energías renovables. Como parte de la política de neutralidad de carbono, se están centrando en el desarrollo de nuevas industrias ecológicas, como la energía eólica, la solar y los vehículos eléctricos, mientras que, al mismo tiempo, se están esforzando por mejorar la duración de los productos y la eficiencia de los recursos. En particular, se está prestando atención a la reutilización de metales raros, como las tierras raras.
China está profundamente integrada en las cadenas de suministro mundiales, por lo que la recuperación económica de China tras la pandemia tendrá un impacto significativo en otros países. A pesar de los diversos problemas, como la sobreproducción, la declinación del mercado inmobiliario y la inflación, la mayoría de las previsiones apuntan a una cierta recuperación de la economía china hasta finales de 2022. Sin embargo, también se señala que la mejora de la estructura económica es fundamental para el desarrollo sostenible de la economía china a largo plazo.