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El estancamiento de la industria de vehículos eléctricos en Japón: Razones por las que el resto del mundo está a la vanguardia
- Idioma de escritura: Coreano
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País de referencia: Japón
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- Tecnología de la información
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El mercado de vehículos eléctricos (EV) está creciendo rápidamente en todo el mundo para lograr la neutralidad de carbono. Sin embargo, la industria automotriz japonesa se está quedando atrás en este mercado, lo que está generando una creciente sensación de crisis. Se están escuchando voces que exigen que el gobierno y la industria se unan para elaborar medidas.
En 2021, las ventas globales de vehículos eléctricos alcanzaron aproximadamente los 6,6 millones de unidades, lo que representa un aumento de tres veces en comparación con 2019. Solo en China se vendieron más de 3,5 millones de vehículos de nueva energía, incluidos los vehículos eléctricos y los híbridos enchufables, y el objetivo para 2022 es alcanzar los 5 millones de unidades. En línea con esta tendencia, Toyota Motor también estableció un objetivo de ventas de 3,5 millones de vehículos eléctricos para 2030.
Por otro lado, las empresas japonesas apenas lograron despachar 120.000 vehículos eléctricos en 2022. Tesla, que actualmente lidera el mercado mundial de vehículos eléctricos, opera grandes fábricas en Estados Unidos, China y Europa. BYD de China también ha surgido como el tercer fabricante mundial de vehículos eléctricos. Además, las empresas europeas, como las de Alemania, han comenzado la producción en masa de vehículos eléctricos en respuesta a las políticas de eliminación del diésel. De esta manera, Japón se está quedando atrás en el mercado de vehículos eléctricos.
Hay varias razones por las que la industria automotriz japonesa se ha quedado atrás en el mercado de vehículos eléctricos. En primer lugar, los fabricantes japoneses, que se enorgullecían de sus tecnologías de motores de combustión interna e híbridos, descuidaron el desarrollo de la tecnología de vehículos eléctricos. Además, es probable que hayan dudado en producir vehículos eléctricos en masa debido a los altos costos de producción y el largo plazo que se necesita para obtener beneficios. Sin embargo, no es que el desarrollo de los vehículos eléctricos haya comenzado demasiado tarde. A principios de la década de 2010, las empresas japonesas, como Mitsubishi con su i-MiEV en 2009, ya habían lanzado vehículos eléctricos al mercado. El problema fue que no se pasó a un sistema de producción en masa.
Probablemente no haya sido fácil ampliar el negocio a los vehículos eléctricos manteniendo las instalaciones de producción de vehículos de combustión interna, que son la fuente de ingresos. El entorno del mercado nacional tampoco era favorable para acelerar la comercialización de los vehículos eléctricos. En Japón, todavía existía una cierta cautela hacia los vehículos eléctricos debido a la falta de infraestructura de carga, las preocupaciones sobre la seguridad de las baterías de iones de litio, el coste de las baterías y la dependencia del extranjero en cuanto a los materiales básicos como las tierras raras. A esto se añade la posibilidad de que, debido a la pandemia de COVID-19, se dificultara la obtención de información sobre el mercado exterior y, por lo tanto, se subestimara el cambio en el mismo.
Detrás de esta respuesta poco diligente de la industria automotriz japonesa se encontraba también el problema práctico de que la estructura vertical integrada de la producción de automóviles suponía un gran coste para la creación de una cadena de suministro de componentes de vehículos eléctricos. Esto se debía a que las condiciones de las empresas de componentes eran diferentes y, por lo tanto, era difícil evaluar con precisión dónde se encontraba el punto de inflexión del futuro.
Aun así, la industria automotriz japonesa debe reaccionar ahora. La carrocería de un vehículo eléctrico, a diferencia de la de un vehículo de combustión interna, tiene muchas menos piezas. Muchas empresas de componentes quedarán obsoletas en la era de los vehículos eléctricos, lo que inevitablemente conducirá a problemas de empleo. Además, si los componentes o los vehículos eléctricos producidos en el país se fabrican con carbón, podrían estar sujetos al impuesto fronterizo del carbono que se está considerando en Europa. La dependencia del extranjero en cuanto a la tecnología básica de componentes esenciales, como las baterías y las pilas, también es muy alta. Es hora de que el gobierno y la industria japoneses unan sus fuerzas para crear un ecosistema nacional de vehículos eléctricos.
Recientemente, también se ha señalado que las empresas japonesas se están quedando atrás en el ámbito de 'CASE' (Conducción autónoma, Conectividad, Compartición y Electrificación), que representa la gran transformación de la movilidad. En esta situación, la industria de los vehículos eléctricos también puede ser una gran oportunidad para la economía japonesa, por lo que la idea de que es necesario trazar un panorama general desde el punto de vista de la estrategia industrial nacional está ganando fuerza. En otras palabras, se considera que Japón, que se ha quedado atrás en el mercado de vehículos eléctricos, debe aprovechar estratégicamente esta oportunidad.